domingo, 13 de abril de 2008

INMIGRACIÓN EUROPEA


Para las expectativas de los nuevos gobernantes de América Latina tras la independencia la población no era ni suficiente ni estaba calificada para construir sobre ella pujantes naciones. Existía, por una parte, un absurdo racismo frente a los aborígenes o mestizos, que se vieron todavía más marginados, y por otra, un excesivo deslumbramiento ante el “progreso” europeo.

Por ello, el intento de “europeización” de América Latina se debió a la iniciativa de las elites dominantes, atraídas por los adelantos técnicos y el creciente poderío de Inglaterra y los modos de vida, progreso intelectual y refinamiento franceses. Asimismo, la aplicación de la técnica a la producción y a las comunicaciones hizo posible la divulgación de la cultura europea: la prensa, revistas especializadas, libros, compañías de teatro, música y conferenciantes llegaron en un menor tiempo a América Latina, cuyas oligarquías, considerando a París el ombligo del mundo, se trasladaron con mayor frecuencia al Viejo Continente.

Poco a poco se identificó a Europa como la cuna de todos los progresos y europeo fue símbolo de civilizado. Aunque las nuevas elites fomentaron la llegada de inmigrantes europeos desde la década de 1820, no se puede hablar de políticas migratorias hasta mediados de siglo: el caudillismo y la crisis institucional imperantes alejaban cualquier intento de inmigración masiva a América Latina. La oportunidad se presentó pasada la mitad de siglo, cuando el poder político se institucionalizó inaugurando un período menos azaroso. Los gobernantes reverdecieron su antigua fe en la inmigración.







“Gobernar es poblar” escribió Alberdi, el estadista argentino. La economía inició su despegue en el último tercio del siglo XIX, despertando condiciones atractivas para el movimiento transoceánico (Sánchez Albornoz 1976). A ello también contribuyó el fuerte crecimiento demográfico de Europa, donde, si bien las naciones industrializadas pudieron absorber el excedente poblacional, no sucedió lo mismo con los países del área mediterránea (Italia, España y Portugal), cuyas economías no permitieron ofrecer tantos puestos de trabajo. De ahí que el componente humano llegado por entonces (atraído por la esperanza de “hacer la América”) fuera principalmente latino y eslavo, siendo las áreas escogidas Brasil, Cuba, Uruguay y Argentina y, en menor proporción, México, Perú, Venezuela y los países centroamericanos.

Según algunas cifras, en la década de 1860 a 1870 llegaron a América Latina 50 mil europeos al año; en 1885 la cifra se multiplicó a 250 mil anuales, cantidad que se mantuvo hasta 1914. Entre 1880 y 1930, unos 3 400 000 inmigrantes se establecieron en Argentina, 3 300 000 en Brasil y 630 000 en Uruguay. En Cuba, entre 1902 y 1929, llegaron unos 800 mil españoles. Es importante aclarar que si bien algunos europeos pasaron a engrosar la población rural, la mayoría permaneció en las ciudades. El trasvase de un continente a otro equivalió en buena medida a una vigorosa migración del campo a la ciudad: del campo europeo a las ciudades latinoamericanas.

De este modo, la urbanización de América Latina cobró un fuerte impulso. A partir de 1930, debido a la gran crisis mundial, los gobiernos latinoamericanos cerraron las puertas a la inmigración, que sólo abrieron en algunos casos puntuales, como el de los exiliados republicanos españoles (México).






























VIDEOS SOBRE LOS INMIGRANTES ITALIANOS A LIMA



PRIMERA PARTE:



http://www.youtube.com/watch?v=AXWQ_b_jvWE



SEGUNDA PARTE:



http://www.youtube.com/watch?v=DLdb93T-CdQ




TERCERA PARTE:


http://www.youtube.com/watch?v=4Jv7MfeeLR0




ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE





  1. Elabora un cuestionario de diez preguntas y respuestas sobre la inmigración europea hacia el Perú



  2. Investiga y elabora diapositivas sobre cualquier aporte cultural, social, económico de los inmigrates europeos en la región de Tacna

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